martes, 10 de septiembre de 2013

MIRAD, ESTE ES NUESTRO DIOS ( IS.25.9)

MIRAD, ESTE ES NUESTRO DIOS. Is 25, 9
              (Pensamientos de la Madre Paulina)
1.     Señor, pongo toda mi confianza en Ti y en tu infinita bondad y misericordia. Tú me creaste por amor; por amor me redimiste. También me santificarás por amor. Tú eres mi único anhelo. Quiero agradarte sólo a Ti porque Tú eres la luz de mi alma.  Retiro 1850

2.     Con la más íntima gratitud a Dios debo admitir que he comprobado constantemente cómo Dios se entrega a quien con firmeza y seguridad confía a El solo su futura salvación.                                                               1853

3.     ¡El nos creó para sí! ¡Amarlo es lo único que cuenta! En eso consiste nuestra grandeza, nuestro valor, y no en la fama o en la realización de grandes hechos en el mundo. Algún día El mismo será nuestra recompensa.    
                                                                     Retiro 1851

4.     La verdadera humildad va ligada también a la confianza en que Dios, como nuestro Padre amantísimo dirigirá todo para nuestro mayor bien, con tal que lo dejemos realizar su voluntad y lo sirvamos fielmente.      1866
5.     La dignidad del hombre está en cooperar con Dios. El desea el corazón de cada uno, su libertad, su voluntad, y que, como persona libre, deposito todo libremente a sus pies.                                                      Retiro 1849 

6.     Una mirada al futuro nos podría llenar seguramente de temor y angustia, si no supiéramos que nuestro amado Señor vive aún y nos conducirá en todo hacia el bien.      1874 

7.     Deje todo a Dios. Ahí está en las mejores manos.                                        Retiro 1865 

8.     El conoce la relación de todos los hechos, lejanos o cercanos, presentes o futuros, y dirige todo con paternal amor. Por eso nadie está más seguro que el que se entrega totalmente a su disposición. Tales personas descansan tranquilas en calma en sus brazos, aunque sobrevengan las más feroces tormentas y sufrimientos.                     1865

9.     Amadísimo Jesús, cuanto menores sean los apoyos externos, tanto más serás Tú la fuerza que me sostiene. Confío firme y serenamente.                                  Retiro 1848 

10.  El es fiel. Cuanto más nos falte el apoyo humano, más firme y confiadamente podemos depender de El que es el Dios todopoderoso, infinitamente bueno y sapientísimo. Su Providencia vela sobre todas las cosas, y por El, todo, aún las debilidades y sufrimientos de toda la humanidad, sirve para cumplir sus propósitos, las metas y fines que desea alcanzar. Permanezcamos serenamente en sus manos y simplemente dejémoslo tomar el control de todo como El lo desee. Porque todas las cosas sirven al mayor bien de los que aman a Dios. Nuestra tarea es practicar la virtud en todas sus formas. Con calma dejemos todo lo “demás” al cuidado del buen Dios.                      1853

11.  Señor, Tú has hecho siempre todo bien y seguirás haciéndolo bien por toda la eternidad, Mi alma confía en Ti en la vida y en la muerte.                                       Retiro 1847

12.  ¡Todo es don! ¡Qué amor más tierno le debemos!                                        Retiro 1843

13.  El cielo y la tierra pasarán antes que Dios abandone al que confía en El.                1856

14.  Por algún tiempo estuve sufriendo intensamente de luchas interiores. Me sobrevino un gran temor, surgieron en mí terribles tentaciones contra la fe, pero la gracia de Dios me ayudó y me sostuvo. Durante una novena me libró, diría de forma maravillosa del tormento de los escrúpulos. Desaparecieron repentinamente sin dejar huellas, y después de mis luchas agonizantes contra la fe, en su bondad llenó mi alma de una radiante luz de fe que sólo puedo describir como “don de la fe”. Me sentí inundada por esa luz de la fe que, segura, clara y firmemente asumí cada verdad de fe con tal firmeza que antes habría dudado de mis propios ojos que de esta luz radiante. Dios me permitió pasar por estas luchas interiores para mi propio bien y para instruirme de modo que más adelante, al dirigir a otros pudiera tener una cordial comprensión con sus sufrimientos interiores. ¡A El alabanza y gratitud por siempre!   1877





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