“Quiero considerar este año nuevo, oh Jesús mío, como una página en blanco que tu Padre me presenta y en la cual irá escribiendo día a día lo que haya dispuesto de mí, en sus divinos designios. Yo desde este momento escribo en la cabecera de la primera página con absoluta confianza: Domine, fac de me sicut vis. ¡Señor, haz de mí lo que quieras. Y al final de esta página en blanco, de esta misma página, pongo ya el Amén, el sí de mi aceptación a todas las disposiciones de tu voluntad divina. ¡Oh Señor! Desde este momento, sí a todas las alegrías, a todos los dolores, a todas las gracias, a todas las fatigas que has preparado para mí y que día a día irás descubriendo en mi vida.
Haz que mi Amén sea el Amén de la Pascua, seguido siempre por el Aleluya, esto es, pronunciado con todo el corazón, con la alegría de una completa entrega. Dame tu amor y tu gracia y no necesitaré otra cosa para ser rico.”
(Sor Carmela del Espíritu Santo,
citada por el P. Gabriel de Santa María Magdalena
en su obra Intimidad Divina)