Jesús, que consolaste a las piadosas mujeres que lloraban de pena por verte en tanta aflicción: derrama sobe mi alma pecadora el llanto del dolor y los consuelos de tu infinita misericordia, en la cual confío. Amén.
Por tu cruz y resurrección, nos has salvado Señor
Escuchando la voz de Jesús, dejándolo todo , lo siguieron. Lc 5,11
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