miércoles, 30 de octubre de 2013

Pobreza evangélica


La pobreza evangélica es un don por el cual manifestamos que Dios es nuestro único tesoro. Vivida de acuerdo al ejemplo de Cristo, que siendo rico se hizo pobre para que por su pobreza nos  enriqueciéramos (2 Cor. 8,9).

         Dejando todas las cosas por poseer solo a Dios, nos abandonamos gozosamente a su Divina Providencia con un corazón humilde y una profunda confianza. El corazón centrado en Dios, le confía toda ansiedad por el futuro. Dios cuida maravillosamente de los que le   son fieles: El no abandona a los suyos (Madre Paulina, 1877). 

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