La obediencia religiosa, entrega
total de nuestra voluntad a Dios, es la participación en el misterio de la obediencia de Cristo
que siempre hizo lo que le agradaba al Padre. Iluminada por el Espíritu Santo, nuestra obediencia nos conduce a la plena
madurez en Cristo y a la libertad gozosa de los hijos de Dios. Es mi deseo primordial, sí, mi único deseo,
que la voluntad de Dios se
cumpla en mí (Madre Paulina, 1847).
Escuchando la voz de Jesús, dejándolo todo , lo siguieron. Lc 5,11
miércoles, 30 de octubre de 2013
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