.“Dar alegría y felicidad, DARSE UNO MISMO, eso es AMAR”
160° Aniversario de la fundación de nuestra Congregación, un “pequeño” jubileo
El próximo 21 de agosto, las Hermanas de la Caridad Cristiana estaremos celebrando el 160° aniversario de la Fundación de nuestra querida Congregación. La Hna. Adalberta, actual Superiora General, en su carta del pasado 27 de marzo refiriéndose al próximo 21 de agosto escribe: “miraremos hacia atrás con especial gratitud por la conducción de Dios durante los pasados 160 años. Esta retrospección fortalecerá también nuestra confianza en que el Señor continuará caminando con nosotras”.
“Te agradezco de todo corazón. Toda mi alma, toda mi vida sea gratitud para contigo”, con estas palabras de la Madre Paulina, queremos expresarle a Dios nuestra gratitud por su infinito amor, que nos ha sostenido y guiado a lo largo de estos 160 años. Alabamos al Señor por el inestimable don que nos hizo en la Madre Paulina y en cada Hermana, desde la fundación de la Congregación hasta el día de hoy.
Como preparación para este gran aniversario, es bueno profundizar en la vida de la Madre Paulina; conocerla más, y tratar de imitarla. El Padre Berhorst, en la oración fúnebre en el día del entierro de la Madre Paulina dijo: “En verdad, una vida extraordinariamente grande e importante ha terminado con la muerte de Paulina von Mallinckrodt. Si el libro de los Proverbios dice: “¿Quién encuentra una mujer fuerte?”, nosotros podemos contestar hoy: aquí hemos encontrado el alma de una mujer fuerte; fuerte por sus dones naturales, fuerte por la gracia de Dios, fuerte en el combate contra el mal, fuerte en la prosperidad, fuerte en la adversidad. Lo que ella ha trabajado, sufrido, combatido y fundado, todo esto sobrevivirá hasta las generaciones venideras. ¡Quiera Dios que todos los que hemos tenido la dicha de conocerla imitemos sus virtudes, y muy en particular su amor al prójimo”.
La Madre Paulina y el olvido de sí misma…
La vida de la Madre Paulina fue una ENTREGA AMOROSA y CONSTANTE a Dios y al prójimo. De su unión íntima con Jesús Eucaristía ella sacaba fuerzas para servir a las Hermanas y a quienes la rodeaban. Esa entrega a Dios y al prójimo la lleva a olvidarse de sí misma, a auto trascenderse. Salir de sí misma para servir a Cristo en el prójimo, a Cristo en sus Hermanas, en los queridos ciegos; no sólo a aquellos privados de la visión, sino también a quienes padecían la ceguera de la FE, a quienes vivían en la noche, alejados de Dios.
La Madre Paulina llevó la caridad de Cristo a todos en un servicio alegre y cordial. Ella se detenía ante las personas y las miraba, no con una mirada intelectual, sino con una mirada de AMOR. Ella tenía claro que, darse al otro es efectivamente buscar su bien; y que ese amor a los hermanos se expresa en obras. La Madre Paulina amó con amor universal, sus fibras más íntimas estaban hechas para ese amor, para aceptar a todo hermano como su hermano. Cuentan las Hermanas que la cuidaron en su enfermedad días antes de su muerte: “A pesar de los dolores que sentía y de la gran debilidad, sólo se recostó, esperando la llegada de Sor Afra, que venía enferma. “¿Está encendida la estufa, y se ha preparado el desayuno para las Hermanas viajeras?”, preguntó. Apenas las sintió en la portería, la buena Rev. Madre les salió al encuentro, y las saludó con toda amabilidad, como si estuviese sana. (…) El amor de la Rev. Madre para con las enfermas era siempre admirable”. La Madre Paulina nos enseña con su entrega a Dios y al prójimo, que la verdadera felicidad está en el SERVICIO DESINTERESADO a los demás.
Hoy en día tenemos tantos medios de comunicación al alcance de la mano, y sin embargo, no siempre estamos comunicados. A veces, el celular, la computadora, la televisión, el trabajo en exceso, etc., impiden salir de “mí” para mirar al “otro”, para fomentar en la propia familia espacios de escucha, de diálogo, en el que sea posible “comunicarme y escucharte”. Hay muchas formas de servir a Cristo presente en cada uno de nuestros hermanos. En la familia, en el trabajo, en la calle… a veces una simple sonrisa, un amable “muchas gracias”, o un abrazo a alguien que necesita de nuestro consuelo. En el colegio entre los amigos, compartiendo nuestro tiempo y nuestros talentos; en casa ayudando en los quehaceres del hogar; en el trabajo esforzándonos por hacer las cosas bien, para gloria de Dios. La clave está en el AMOR que se pone en todo lo que se hace:
“Señor, dame amor, ante todo, a los de mi casa;
dame sus corazones; que mi amor a ellos se encienda en tu divino amor.
(…) En los pensamientos, palabras y obras
debe reinar la caridad: ¡Señor, enséñamela!”,
Madre Paulina
Que en este año de gracia y bendición para toda la Congregación de las Hermanas de la Caridad Cristiana, y para nuestro querido Colegio, la Madre Paulina nos ayude a abrir nuestro corazón, nuestros ojos, para descubrir a Cristo presente en nuestros hermanos. Que podamos crecer en nuestra entrega, allí donde Dios quiere que estemos. “Señor, haz que te sirvamos con un corazón indiviso y alegre”, Madre Paulina 1849.
Hna.Ma.Luisa
Escuchando la voz de Jesús, dejándolo todo , lo siguieron. Lc 5,11
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